En el mundo de las carreras populares no todos vuelan, y después de los vencedores, llega el furgón de cola y el coche escoba.

Y es en ese lugar donde el running se ve de modo diferente.

Perseguimos a las gacelas a nuestro ritmo: el trote cochinero...


Volviendo a las buenas sensaciones...

Después de un par de semanas jugando con la pelotita para evitar que la planta de mi pie derecho me diera la lata en exceso, por fin, después de la Semana Santa más blanca que recuerdo, he vuelto a entrenar.

Esta Semana Santa mis zapatillas viajaron conmigo a mis amadas tierras de Peña Trevinca, en Meda, mi lugar de entreno y retiro absoluto en plena naturaleza, pero la nieve hizo su aparición con un manto blanco de 15 centímetros y me permitió pasear por el monte, disfrutando por el simple hecho de caminar.

El lunes volví a calzarme las zapatillas para un trote de menos a más, breve, de 35 minutos, pero intenso, para probarme y ver si los dolores volvían a aparecer. Ni rastro de molestia y un subidón subidón que para qué os cuento. Después del trote, unos ejercicios de gomas para fortalecer y para casa. Por fin una buena noticia!!!

Foto-finish


Mañana toca entreno conjunto con los chicos de ULE Bierzo, que me permitirá ver si voy recuperando algo de ánimo, ya que desde el 18 de marzo en Monforte, no volví a correr como a mí me gusta. La Carrera de Santo Toribio, el domingo en Astorga, me la tomaré como una tirada larga, ya que no puedo a aspirar a más, ni bajar mi "cochinera" marca de 10Km.

Pero eso será el domingo... y todavía queda toda la semana...

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