Siempre es un lujo ver nacer una carrera, sea donde sea, y
vivir la ilusión de aquellos que organizan una prueba en su casa y ponen su
empeño en que la visita a su pueblo/ciudad y la participación en la carrera te
deje con el suficiente buen sabor de boca como para volver en la siguiente
edición.
Y por ello, cuando se anunció el Gran Premio de Montaña y
Andaina D.O. Valdeorras, no dudé en apuntarme, a pesar de que la montaña no es
lo mío. Pero el poder recorrer una parte de la comarca que apenas conozco, era
suficiente aliciente para madrugar un domingo, ponerme las zapas y brincar por
los montes.
Existían diferentes modalidades: trail largo/andaina de 20k
y trail corto/andaina corta de 7k. Perfil exigente para el primer caso y perfil
más asequible a los novatos como yo en el segundo.
Por fecha coincidía con otras pruebas más multitudinarias (Barrancas
de Santalla, Coruña10), por lo que el número de participantes no era muy
elevado, pero el ambiente era magnífico. Desde las 9h de la mañana salían, cada
30 minutos, participantes en las distintas categorías. La nuestra era la
última, ya que éramos los que menos tardarían en finalizar el recorrido.
Tras hablar con Iván, organizador de la carrera, la
estrategia era simple: subir caminando ya que los 3 primeros kilómetros eran de
subida constante, en la que se salvaban más de 200m de desnivel, y llanear y
bajar corriendo, en los 4 kilómetros restantes.
El primer tramo quitaba el aliento. Yo salía con unas
Salomon de montaña, y el primer kilómetro y medio era de asfalto. Lo sabía pero
al llover el día anterior, preferí no subir con zapas de asfalto por si acaso.
Y fue un error.
En fin, soy un cerdito volador, estoy acostumbrada a ver las
carreras desde la cola del pelotón, pero lejos de rendirme, me quité los auriculares
y simplemente disfruté del paisaje, en medio de viñas a mi izquierda y pinares
a mi derecha. De vez en cuando echaba la vista atrás para ver las
impresionantes vistas sobre el valle de A Rúa, con el Embalse de San Martiño a
su lado.
Una vez coronado el alto, en el punto en el que se separaban
los recorridos cortos y largos, giré a la izquierda hacia un tramo de bajada,
continua y constante, con alguna piedra suelta pero asumible. Los cerditos
odiamos subir y somos muy torpes bajando, pero lo fuimos llevando.
La bajada acabó cuando llegué al avituallamiento del km.5.
No hacía calor, se estaba bien, pero venía recalentada de la bajada, así que
comí un trozo de sandía, bebí agua, me eché unas risas con las voluntarias, y
seguí hacia meta. Quedaba llanear por un sendero entre las huertas y viñas
cerca de la Bodega Quinta da Peza.
Cuando quedaban 600 metros, allí me esperaba Juanma, que
todavía estaba convaleciente de su ciática, justo al final de la cuesta final,
justo antes de enfilar hacia el pueblo de Fontei, donde estaba la meta.
Entre viñas, a falta de un kilómetro de meta. (Foto: Erik)
Prueba superada, recompensada con trofeo (3ª fémina y 1ª
veterana), recibidos tras un picoteo regado con un buen vino de Valdeorras.
En definitiva, una mañana bien aprovechada, en buena
compañía, y en una carrera en familia pero muy bien organizada, con mucha
ilusión y con un recorrido tal vez un poco corto (un par de kilómetros más
hubieran estado mejor) pero vistoso.
Esperamos la 2ª edición!
2 comentarios:
Que bien los pasamos...
Ya te digo!! Una mañana estupenda de montaña!! :)
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