Si la foto-finish de la última entrada mostraba al cerdito volador saliendo de la jaula, hoy debería tener un cerdito cubierto de hielo.
Justo cuando las molestias del talón habían desaparecido, ayer en el entreno de intervalos con l@s chic@s de la Escuela ULE, no pude acabar la segunda serie porque me empezaron a doler seriamente las dos tibias. Un dolor punzante que me arruinó totalmente el ánimo optimista con el que llegaba al entreno. Así que tocó parar, hacer unos ejercicios de gomas y estirar. Mal asunto...
Pero esta mañana, el dolor me despertó y ya empezó la fiesta. La visita a Cristina, mi fisio, no me dio buenas noticias y el pronóstico se confirmó: periostitis tibial en ambas piernas, con la derecha bastante más fastidiada. Todo porque me gusta mucho el asfalto y tengo siempre los gemelos cargados, el tibial al final se fastidió.
El tratamiento: reposo, hielo y muuucha paciencia. A ver cómo evoluciona. Así que se acabó la Carrera de Astorga y a ver si llegamos a Ferreirúa (el 13 de mayo).
En el mundo de las carreras populares no todos vuelan, y después de los vencedores, llega el furgón de cola y el coche escoba.
Y es en ese lugar donde el running se ve de modo diferente.
Perseguimos a las gacelas a nuestro ritmo: el trote cochinero...
Días de mucho, vísperas de nada...
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