Habíamos dejado al Cerdito Volador en pleno ataque de
canguelo a falta de tres días para la carrera objetivo de primavera.
Y el sábado por la mañana nos fuimos hasta Vigo, con las
previsiones climatológicas nada halagüeñas para el domingo, lluvia y viento de
cara, pero la ciudad olívica nos recibió con un sol espléndido, con unas pocas
nubes y algo de viento, aún en ese momento pensaba que tal vez el tiempo nos
respetaría.
Al llegar al Verbum, me encontré con mis compañeros de RunningParaTodos.com,
que aparte de recoger su dorsal, entregaban folletos de información de las 21lunas y media, Media Maratón de Ponferrada.
Una riquísima cenita temprano en una pequeña pizzería cerca
de Coia, donde nos alojábamos, y pronto para la cama.
El domingo sonó el despertador a eso de las 7h15 de la
mañana. Al levantar la persiana, el panorama no pudo ser más desolador: lluvia a dolor y
viento que daba miedo. ¿Cómo podría yo plantearme siquiera correr 21 kilómetros
con éxito con semejante tiempo? En ese momento lanzo una duda en el whatsapp
del club: ¿malla corta o larga? ¿camiseta de manga larga o manguitos? Una lluvia
intensa podría dejarme las piernas heladas todo el camino… y el viento podría
ser peor.
Tras un minuto en la calle… ¡¡¡¡¡el diluvio!!!!! Todos
resguardándonos como podíamos, debajo de dónde fuera para no mojarnos. En ese
momento me asalta la duda… ¿me pongo en la salida? No lo tenía nada claro, pero
tras parar la lluvia, decido echarle ovarios y meterme en el cajón.
Suena el himno gallego (se me pone la carne de gallina), y tras finalizar… cesa la lluvia. ¡¡Milagro!!
Sale la carrera, miro a mi compañero de Cofradía, con pena y preocupación,
porque me asaltaron las dudas. ¿Podré ir sola durante 21 kilómetros? Ánimos de
último momento y me lanzo a correr.
La serpiente multicolor va avanzando por la Avenida de Samil
y me lleno de ambientazo total. ¡Incluso aparecía el sol! Vamos acabando el tramo cómodo y empezamos los cuatro kilómetros más duros orográficamente hablando: la subida a Canido y la larga cuesta de Mide. Poco a poco va estirándose el grupo de cola y llega el avituallamiento del kilómetro 5. Cojo mi botella, la abro y bebo a sorbos tranquilamente, incluso caminando unos 100 metros. Llegado el kilómetro 6, empieza la bajada hacia Praia América en un recorrido cómodo y un ritmo tranquilo.
Paso por Saiáns, y en la rotonda distingo la casa de mi amigo Fernando, que vive en Madrid. En ese momento anoto en mi particular cuaderno de bitácora de esta carrera que les mandaría un saludo a él y a mi gran amiga Emilia. Ahí va!!
El viento es molesto, de cara toda la carrera, y se hace más patente a medida que perdemos el resguardo de las casas. En el kilómetro 10 abro un gel y me lo tomo, me quito el chubasquero y bajo ya al núcleo urbano de Nigrán. En ese momento llevo 1h11 de carrera y me encuentro bien, con ganas de correr, en un grupeto de 3 o 4 corredores que nos vamos adelantando sucesivamente.
Ya en Praia América, nos encontramos con el viento en su esplendor. Rodeamos el pabellón y enfilamos hacia Monte Lourido. Ahí ya hace complicado el correr, sobre todo hasta llegar al kilómetro 15, camino otros 100 metros para coger fuerzas, ya que no avanzo. En el avituallamiento, recojo una botella de agua, no la abro y me adentro en Monte Lourido. Miro por segunda vez el fore en toda la carrera: 1h49, mejor tiempo que en Oporto, satisfacción porque no vamos mal de piernas y de fuelle.
Finaliza la subida y ya llegando al 16, abro el segundo gel y bebo agua a sorbos. En ese momento me adelantan dos chicos y una chica, que me animan a seguirles. Acabo de beber y me lanzo en la última bajada antes de llegar a Ramallosa. Suenan gaitas que me emocionan y me encuentro en el punto en el que Mazoman me noqueó hace 3 años: subida antes del puente.
Allí me anima el público y yo, con el subidón de las gaitas, sé que Mazomán no me va a pillar. Subo con brío y cruzo el puente de Ramallosa, kilómetro 17. Comienza a llover con ganas, aunque ya cuando llevas más de dos horas corriendo ya te da igual.
Pasada la rotonda de entrada a Baiona, alcanzo a ver a mi compañero de Cofradía, nervioso porque no acababa de llegar. Me paro, le saludo, me recoge el chubasquero y me dice que me acompañará hasta meta, a mi lado, en la acera, para que los últimos kilómetros no se hagan duros.
En las calles de Baiona, a falta de un kilómetro, no dejo de sentir los aplausos del público y que los corredores que volvían de meta. Las piernas están más cansadas, la cadera izquierda y la rodilla derecha me duelen, pero no dejo de adelantar a algunos corredores hasta la misma recta de meta.
Veo 2h35 de tiempo oficial y aprieto el paso para entrar en meta: 2h36h06 de tiempo oficial, 2h33:46 de tiempo neto, tres minutos más que hace tres años, pero con la satisfacción que haber corrido casi toda la carrera salvo unos 300m, sola, sin rendirme y centrada en pasarlo bien, a pesar del viento reinante.
Tras una rica ducha, animada comida con los compañeros de RunningParaTodos.com y a disfrutar de la tarde en Vigo, antes de regresar a Ponferrada el lunes.
Sólo me queda agradecer la labor de voluntarios, del público animoso y de los fotógrafos, que salieron a pesar del día desapacible, y a título particular: a los compañeros runners de mi club y a los amigos por los ánimos en los momentos más inseguros, a Jairo de FisioVital por tener las piernas a punto, a Alex Martínez (nuestro gran entrenador) por conocerme mejor que yo misma por sus entrenos y sus desvelos, a Juan y a mi familia, porque han sido pacientes a la hora de aguantarme en este largo tiempo desaparecida (con tantos entrenos y sin apenas tiempo), y a aquellos que, estéis donde estéis, en las nubes, no dejáis de mirar por este cerdito que el domingo sí voló.
Todos habéis sido el motor para seguir zapatilleando a lo largo de tantos kilómetros.Gracias a tod@s! :)
Paso por Saiáns, y en la rotonda distingo la casa de mi amigo Fernando, que vive en Madrid. En ese momento anoto en mi particular cuaderno de bitácora de esta carrera que les mandaría un saludo a él y a mi gran amiga Emilia. Ahí va!!
El viento es molesto, de cara toda la carrera, y se hace más patente a medida que perdemos el resguardo de las casas. En el kilómetro 10 abro un gel y me lo tomo, me quito el chubasquero y bajo ya al núcleo urbano de Nigrán. En ese momento llevo 1h11 de carrera y me encuentro bien, con ganas de correr, en un grupeto de 3 o 4 corredores que nos vamos adelantando sucesivamente.
En el kilómetro 11, volando en uno de los mejores tramos de la carrera (Foto Tito Limio9
Ya en Praia América, nos encontramos con el viento en su esplendor. Rodeamos el pabellón y enfilamos hacia Monte Lourido. Ahí ya hace complicado el correr, sobre todo hasta llegar al kilómetro 15, camino otros 100 metros para coger fuerzas, ya que no avanzo. En el avituallamiento, recojo una botella de agua, no la abro y me adentro en Monte Lourido. Miro por segunda vez el fore en toda la carrera: 1h49, mejor tiempo que en Oporto, satisfacción porque no vamos mal de piernas y de fuelle.
Finaliza la subida y ya llegando al 16, abro el segundo gel y bebo agua a sorbos. En ese momento me adelantan dos chicos y una chica, que me animan a seguirles. Acabo de beber y me lanzo en la última bajada antes de llegar a Ramallosa. Suenan gaitas que me emocionan y me encuentro en el punto en el que Mazoman me noqueó hace 3 años: subida antes del puente.
Allí me anima el público y yo, con el subidón de las gaitas, sé que Mazomán no me va a pillar. Subo con brío y cruzo el puente de Ramallosa, kilómetro 17. Comienza a llover con ganas, aunque ya cuando llevas más de dos horas corriendo ya te da igual.
Pasada la rotonda de entrada a Baiona, alcanzo a ver a mi compañero de Cofradía, nervioso porque no acababa de llegar. Me paro, le saludo, me recoge el chubasquero y me dice que me acompañará hasta meta, a mi lado, en la acera, para que los últimos kilómetros no se hagan duros.
Km.19, en las calles de Baiona. Mazomán quedaba muy atrás (Foto: FAZ Atletismo)
En las calles de Baiona, a falta de un kilómetro, no dejo de sentir los aplausos del público y que los corredores que volvían de meta. Las piernas están más cansadas, la cadera izquierda y la rodilla derecha me duelen, pero no dejo de adelantar a algunos corredores hasta la misma recta de meta.
Entrando en meta, recordando a todos los que me acompañaron en estos 21097m (Foto: Pili -RunningParaTodos.com)
Veo 2h35 de tiempo oficial y aprieto el paso para entrar en meta: 2h36h06 de tiempo oficial, 2h33:46 de tiempo neto, tres minutos más que hace tres años, pero con la satisfacción que haber corrido casi toda la carrera salvo unos 300m, sola, sin rendirme y centrada en pasarlo bien, a pesar del viento reinante.
Medalla a lo Rafa Nadal. Qué bien sientan estas victorias contra una misma!
Tras una rica ducha, animada comida con los compañeros de RunningParaTodos.com y a disfrutar de la tarde en Vigo, antes de regresar a Ponferrada el lunes.
Sólo me queda agradecer la labor de voluntarios, del público animoso y de los fotógrafos, que salieron a pesar del día desapacible, y a título particular: a los compañeros runners de mi club y a los amigos por los ánimos en los momentos más inseguros, a Jairo de FisioVital por tener las piernas a punto, a Alex Martínez (nuestro gran entrenador) por conocerme mejor que yo misma por sus entrenos y sus desvelos, a Juan y a mi familia, porque han sido pacientes a la hora de aguantarme en este largo tiempo desaparecida (con tantos entrenos y sin apenas tiempo), y a aquellos que, estéis donde estéis, en las nubes, no dejáis de mirar por este cerdito que el domingo sí voló.
Todos habéis sido el motor para seguir zapatilleando a lo largo de tantos kilómetros.Gracias a tod@s! :)